viernes, 6 de mayo de 2016

Escuchar el Moldava, de Smetana. Compararlo con lo que aquí, en Zaragoza, se ha dedicado al Ebro - al menos con lo que ha trascendido a un público amplio - las coplas dedicadas a la Virgen del Pilar en las que el río es mero atrezzo, corista en lugar de corifeo. Comprender entonces por qué, cuando atravieso algún puente del aragonés, me viene a la cabeza la melodía inspirada por el checo. Comprender también por qué uno es sinónimo de universalidad, siendo parte de una obra de tinte nacionalista titulada “Mi patria”, y al otro se le asimila con el cachirulo y el “chufla, chufla, que como no te apartes tú…”.
Ampliar la reflexión y que alcance al concepto de baturro. Me fastidia que se identifique aragonés con baturro, una figura potenciada – por no decir inventada - por la burguesía como un término despectivo hacia el de abajo, fundamentalmente el de ámbito rural. Cuando leí los cuentos baturros y similares sentí lo mismo que ante un texto de Jovellanos, describiendo una romería popular y su fiesta consiguiente, sobre el que nos pidieron la opinión en una clase de Literatura. Allí dije que, a la vista de lo escrito, deducía que Jovellanos nunca había asistido a una fiesta popular. O, al menos, nunca la había vivido desde dentro. Podría haber ido como espectador, pero sin integrarse – ni ser integrado – del todo. Más o menos, como el jefe de la empresa en una cena de curritos.  En los cuentos baturros daba la impresión de que su autor, aunque hubiese observado al estrato social que describía – nunca como un miembro integrado -, no había ahondado más allá de la apariencia, exagerando el rusticismo hasta el ridículo. Una exageración ridiculizante que, si no me falla la memoria, no alcanzaba a otros estamentos. Más o menos lo que prosiguió, décadas después, Paco Martínez Soria en sus películas.

Tuve que leer Camino de sirga y penetrar en el universo de Moncada para desternillarme con la socarronería de los aragoneses, descrita desde dentro, y sentir al Ebro restituido en el papel protagonista que merece. Tal vez no sea casualidad que esa restitución se ambiente en el lugar donde sus aguas se despiden de Aragón.   

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