sábado, 28 de mayo de 2016

La Tormenta en un Vaso: Tres desconocidas, Patrick Modiano

Mi reseña sobre "Tres desconocidas", de Patrick Modiano, aparecida en La tormenta en un vaso.

La Tormenta en un Vaso: Tres desconocidas, Patrick Modiano: Trad. María Teresa Gallego Urrutia. Anagrama, Barcelona, 2016. 184 pp. 16,90 € Miguel Carcasona Hay quien nace con estrella y ...

lunes, 16 de mayo de 2016



“CONFIDENCIAS”.

Ayer volví a ver, después de casi tres décadas, “Confidencias” de Visconti. La primera vez me impactó tanto que le dediqué varios folios en una carta escrita al día siguiente. Para situaros, estaba en cama (para ser exactos, en el sofá) recuperándome de una enfermedad, tenía todo el tiempo del mundo, no existían el wathsapp ni la tarifa plana y sí una chavala (novia, que se decía antes) en otra ciudad, con la que me carteaba, método más romántico y barato que la llamada telefónica; aparte de que tampoco existían los móviles y ella sólo tenía acceso a un auricular el fin de semana.
No recuerdo una película, hasta La Gran Belleza, que me haya generado tal cantidad de ideas o reflexiones. Ni, por supuesto, pasados los años, recuerdo una sola de las ideas o reflexiones que me generó. Es más, ayer, a estas horas, si me hubieran pedido opinión, sólo podría haber respondido que se trataba de una cinta dirigida por Visconti y mencionado la historia de la carta. Por desgracia, mi memoria suele gustar más de la anécdota que de la sustancia.
Así que me senté ante el televisor con un espíritu de arqueólogo de mí mismo y con la esperanza de que, conforme la proyección avanzase, aquella marejada de conceptos e impresiones saldrían a mi encuentro, como los escondidos salen a la luz cuando es desalojado el ejército enemigo. Dos horas después, ninguna había abandonado su escondrijo, convertido en tumba definitiva salvo que un improbable azar haya conservado aquellos folios. En cambio, tenía la certidumbre de que, si lo hubieran hecho, a muy pocas las habría reconocido como hijas. La certeza de que la película era la misma – más ajado el celuloide y algunos diálogos – pero yo era otro, y otro el temple que la recibía, y otra la mirada que la diseccionaba.
 
 

viernes, 6 de mayo de 2016

Escuchar el Moldava, de Smetana. Compararlo con lo que aquí, en Zaragoza, se ha dedicado al Ebro - al menos con lo que ha trascendido a un público amplio - las coplas dedicadas a la Virgen del Pilar en las que el río es mero atrezzo, corista en lugar de corifeo. Comprender entonces por qué, cuando atravieso algún puente del aragonés, me viene a la cabeza la melodía inspirada por el checo. Comprender también por qué uno es sinónimo de universalidad, siendo parte de una obra de tinte nacionalista titulada “Mi patria”, y al otro se le asimila con el cachirulo y el “chufla, chufla, que como no te apartes tú…”.
Ampliar la reflexión y que alcance al concepto de baturro. Me fastidia que se identifique aragonés con baturro, una figura potenciada – por no decir inventada - por la burguesía como un término despectivo hacia el de abajo, fundamentalmente el de ámbito rural. Cuando leí los cuentos baturros y similares sentí lo mismo que ante un texto de Jovellanos, describiendo una romería popular y su fiesta consiguiente, sobre el que nos pidieron la opinión en una clase de Literatura. Allí dije que, a la vista de lo escrito, deducía que Jovellanos nunca había asistido a una fiesta popular. O, al menos, nunca la había vivido desde dentro. Podría haber ido como espectador, pero sin integrarse – ni ser integrado – del todo. Más o menos, como el jefe de la empresa en una cena de curritos.  En los cuentos baturros daba la impresión de que su autor, aunque hubiese observado al estrato social que describía – nunca como un miembro integrado -, no había ahondado más allá de la apariencia, exagerando el rusticismo hasta el ridículo. Una exageración ridiculizante que, si no me falla la memoria, no alcanzaba a otros estamentos. Más o menos lo que prosiguió, décadas después, Paco Martínez Soria en sus películas.

Tuve que leer Camino de sirga y penetrar en el universo de Moncada para desternillarme con la socarronería de los aragoneses, descrita desde dentro, y sentir al Ebro restituido en el papel protagonista que merece. Tal vez no sea casualidad que esa restitución se ambiente en el lugar donde sus aguas se despiden de Aragón.